El comienzo del nuevo año está siendo especialmente convulso para los mercados financieros, lo que hace presagiar, que para buena parte de las bolsas mundiales, el presente mes de enero puede terminar en números rojos.

Aunque parece que el aumento de la volatilidad en los mercados ha comenzado este año, lo cierto es que no es así, sino que comenzó en el mes de septiembre. En dicho mes, la gran mayoría de los activos financieros cerraron en negativo, tras la constatación del aumento de la inflación, los problemas en las cadenas de suministros, el aumento de los precios de la energía etc. El siguiente mes convulso fue noviembre, con la aparición de la variante ómicron, que provocó el aumento de las restricciones en muchos países y el efecto negativos en los valores más relacionados con el ocio y el turismo.

Ahora ha sido enero el mes en el que de nuevo los mercados han vuelto ha convulsionarse, ante las dudas sobre el posible aumento de la dureza en las medidas de política monetaria en EEUU, así como la transitoriedad o no de la inflación, así como el impacto que pueda tener en los suministros las restricciones en China o Japón por el aumento de contagios, así como el desenlace de las tensiones entre Rusia y Ucrania, que podrían tensionar aún más los precios de la energía.

Aunque el Banco Central Europeo insiste en que no va tocar los tipos de interés este año, que la inflación es transitoria y que no hay presión con las subidas de los salarios en los precios, lo cierto es que la rentabilidad de la deuda a largo está subiendo, de tal manera que el bono alemán a 10 años ha vuelto a la rentabilidad positiva, algo que no se producía desde mayo de 2019.

Con este panorama, las carteras de inversión están sufriendo en la parte fija y en la parte variable, algo que era de esperar, de ahí que muchos gestores hayan estando aumentando la liquidez de las carteras, para aprovechar estos momentos del aumento de la volatilidad para comprar determinadas empresas o activos, a mejores precios.

Las carteras de inversión equilibradas y bien diversificadas en activos, estrategias y mercados, obtuvieron en 2021 una rentabilidad entre el 6 y el 9%, en función de la exposición a renta variable, lo que les ha permitido superar la inflación. No obstante, casi toda ese rentabilidad se generó hasta el mes de agosto, siendo sólo entre el 1 y el 2%, la que se generó después del verano.

Ese comportamiento de las carteras nos confirma que se está normalizando el mercado financiero y que la volatilidad característica de cada año, ha vuelto para quedarse.

Las carteras bien construidas y con gestores experimentados, en principio, conseguirán cerrar este 2022 en positivo, si se cumplen las buenas previsiones para la renta variable, siempre que los inversores dejen trabajar a los profesionales y no se dejen llevar por las emociones.

Los inversores menos experimentados, que no entiendan el comportamiento de los mercados y se dejen llevar por las emociones, tendrán muy difícil ganar dinero este año, porque corren el riesgo de dejarse llevar por las emociones, saliendo cuando el mercado es más volátil y entrar después de que haya subido, lo que puede llevarles a estar siempre con pérdidas que se puedan acumular, según los movimientos bruscos de entrada y salida en el mercado que lleven a cabo.