Al igual que sucede en el mundo animal, el más débil está condenado a sufrir mayores ataques e incluso perecer en cualquiera de ellos. El mundo financiero, realmente tiene un enorme paralelismo con lo que sucede de forma natural en la reino animal.

Entre los humanos existe la compasión y la caridad, no sólo para no abusar del más débil, sino para protegerlo, de forma instintiva y natural. Cuando el ser humano abusa y daña a otro ser humano en un situación de mayor debilidad o fragilidad, como niños, ancianos, enfermos etc.., algo está roto en la psicología e incluso el alma, de las personas que llevan a cabo esos actos.

En el mundo de los negocios y el mundo financiero, las decisiones las tomas personas, pero lo que hay detrás son intereses económicos. Esta realidad cambia sustancialmente las reglas del juego. Aquí ya no entran en juego ni la compasión, ni la caridad, ni la misericordia, y pobre de aquel que espere que esos suceda, porque sin duda sus intereses económicos tendrán los días contados.

Sin duda que hay reglas que cumplir, que las establecen las leyes escritas y en principio, protegidas por la justicia, pero ante una situación de debilidad, que nadie espere que el sistema le trate como a un desvalido. Cuando un proyecto empresarial tiene un plan de negocio irrealizable, la quiebra está garantizada y los impulsores del mismo, pueden llegar a perder todo su patrimonio.

Hay muchas personas con iniciativas emprendedoras, que por falta de formación básica, no saben que necesitan a buenos profesionales del mundo fiscal, jurídico y financiero, para orientarles y cuidar de sus intereses. Para que un proyecto tenga éxito, no sólo necesita un buen plan de negocio, sino que también necesita de personas que lo lleven a la práctica y preparen la estructura jurídica correcta para desarrollar la actividad.

Aunque todo esto esté perfectamente establecido, ya sabemos que los negocios pasan por momento mejores o peores. Lo importante es tener planes previstos para los momentos difíciles y fortaleza en la empresa, para soportarlo. Cuando esto no sucede, la debilidad de la empresa o proyecto, hace que le acosen los competidores, los acreedores, hacienda, la seguridad social etc… Ninguno de ellos tendrá piedad, si la gestión  deficiente le lleva al concurso de acreedores o la quiebra.

En el mercado de valores, donde las empresas cotizan con un precio diario, en función de la oferta y la demanda, es decir, de si en esa sesión hay más inversores comprando o vendiendo, la fragilidad de la cotización de una empresa, suele ser aprovechada por los inversores con “posiciones cortas”. Lo que eso significa es que en lugar de comprar acciones, para obtener beneficio cuando sube, lo que hacen los inversores, es vender acciones que han adquirido a crédito, para obtener mayores beneficios, cuanto más caen las acciones.

Esta situación que en la gestión habitual, se suele hacer de forma moderada por muchos gestores, pone en una situación límite a determinadas empresas, cuando son inversores profesionales, con grandes cantidades de dinero, que de forma especulativa, buscan beneficios desangrando a la compañía.

Durante la pandemia, el sector financiero de nuestro país, tuvo que ser protegido por la CNMV, al prohibir las posiciones cortas sobre dichos valores, para evitar que pudiesen llevarlos a la quiebra, al descapitalizarlos, provocando caídas dramáticas en sus cotizaciones.

En estas últimas semanas, el regreso de las restricciones en varios países, tras el aumento de los contagios por las nuevas variantes del covid, está debilitando a determinados valores de los sectores turísticos, de ocio o del sector financiero. Esto está provocando que varios fondos especulativos de operaciones cortas, estén atacando a esos valores y aumentando con ello la volatilidad de los índices.

Por el momento, las autoridades económicas no están interviniendo, porque estamos ante operativa normal de mercado. Por ello, tanto los gestores de esas empresas, como los inversores que tienen sus acciones, deben saber cómo enfrentarse a esa realidad, en la que las pirañas acuden a la sangre, por el momento de debilidad que están pasando.