Cuando hace semanas comentaba la cruenta guerra política que estaba sufriendo Madrid, la verdad es que no era nada, en comparación con la recta final de la campaña electoral. La gran mayoría de los españoles ya ha visto, que los líderes políticos se han tomado esta cita en las urnas, como unas elecciones generales.

Mientras asistimos al esperpento en el que se ha convertido la política de nuestro país, gracias al asalto al poder que ha propinado la izquierda más destructiva que hay en nuestro país, desde la guerra civil, los datos macroeconómicos son implacables. Lo de la degradación de la izquierda, lo dicen los líderes de izquierda, que fueron el motor de los cambios políticos que nos trajeron la democracia y la prosperidad. Lo que da más relevancia a la crítica y definición de los dirigentes actuales de esa ideología.

Volviendo a los datos macroeconómicos, posiblemente el más demoledor de los conocidos esta última semana de abril, es el del paro. El primer trimestre del año ha destruido casi 140.000 empleos y lo más irónico es que el desempleo ha bajado unas décimas, situándose muy próximo al 16%. Dato que han utilizado algunos medios de comunicación, para intentar engañar a la galería con esa afirmación, que siendo cierta, cuando la explicas o analizas, resulta realmente dramática y nada positiva. La reducción de la tasa de desempleo no se debe a que los parados encuentren trabajo, sino a que se han borrado de las listas de desempleo, porque no tienen confianza en encontrar trabajo. Si esto no es dramático, no sé qué puede serlo.

La otra afirmación engañosa, que no se hará más veraz, por mucho que la repitan desde el Gobierno, es que los españoles pagan menos impuestos que otros países de Europa. Los informes independientes que van haciendo públicos, no dejan margen para la duda, de que los españoles son de los ciudadanos que más impuestos pagan en Europa por las rentas del trabajo y a los que no les han aliviado la carga fiscal con la pandemia. Otros informes también dejan muy claro que una cosa es la presión fiscal y otra muy distinta el esfuerzo fiscal. Este último es el realmente importante y el que refleja que los españoles tienen una carga muy superior a otros, dejando en evidencia las tesis del gobierno, que habla de la presión fiscal, para engañarnos respecto a lo que pagamos de impuestos.

Al margen de los informes, sólo haría falta preguntar a los ciudadanos, para tener la certeza de que la carga fiscal es enorme y para muchos trabajadores del sector privado, es realmente asfixiante, para ellos y las empresas que les tienen contratados. La manipulación del Gobierno para encontrar argumentos que justifiquen las subidas de impuestos que pretenden, no se sostiene por ningún lado.

Una semana más debemos fijarnos en nuestro vecinos italianos, capitaneados por Draghi, que esta semana ha presentado su plan de recuperación, al detalle y sin intención de subir impuestos. Lo más importante del plan, además de su elaboración y concreción, han sido los mensajes a la unidad y el esfuerzo de todo el país, dado que se juegan el futuro. Esas palabras de ánimo y aliento, tienen especial fuerza viniendo de Mario Draghi y su intachable imagen, prestigio y credibilidad.

En España el Gobierno no tiene nada de todo eso, ni en sus propias filas, por tanto de poco nos va a servir el plan que han presentado a Bruselas, cuando los expertos lo califican de otro Plan E, pero con más recursos. El Plan E, fue uno que aplicó Zapatero en su época, cuando nos llevó a la anterior grave crisis económica, despilfarrando dinero público, como si no hubiese que devolverlo. Lo que necesita nuestro país son reformas estructurales, no gasto de niños caprichosos y sin recursos, que roban a todo el que pueden, para seguir presumiendo y engordando sus cuentas personales.

La administración Biden si está planteando subir impuestos, pero tiene mucho margen, porque Trump realmente los había bajado de forma importante. Además la economía americana no tiene nada que ver con las europeas. Su flexibilidad y agilidad, le permite cambios de timón, que Europa no puede ni soñar con ello.

Las grandes preguntas, con todo esto tan evidente son :¿Quién puede votar a estas ideologías con representantes tan inmorales, incompetentes y destructivos? ¿Los ciudadanos son conscientes de su complicidad con el voto? ¿Los votantes son conscientes, que los calificativos que los históricos dirigentes de izquierda, les propinan a los suyos, son demoledores? ¿Qué va a hacer la izquierda, para regenerarse y volver a ocupar un lugar digno en la esfera política de nuestro país?

Las elecciones del próximo 4 de mayo en Madrid, son un cita a la que todos debemos estar muy atentos, porque sus resultado va a tener impacto en el futuro político de nuestro país y por tanto en cada uno de los ciudadanos.