La tercera ola de la pandemia está dejando al descubierto que buena parte de los gestores de los asuntos públicos relacionados con ella, no han aprendido nada o al menos no se lo demuestran a la ciudadanía.

Cuando se cumple un año de la revelación de la existencia del virus llamado Covid 19, por parte de las autoridades chinas, buena parte de los países occidentales, se encuentran sumidos en la tercera ola. Los expertos ya la tenían prevista, como también tienen prevista una cuarta ola y otras sucesivas, pero de menor intensidad.

Las noticias que se tenían de la tercera ola, trasladaban la esperanza de que fuese de menor impacto que la segunda. A estas alturas del mes de enero, y sin haber tenido la certeza de que la segunda ola llegó desaparecer, ya se están notando los estragos de la tercera.

Las variantes de la cepa original, que comenzó con la Británica, después la Sudafricana y ahora se habla de otras variantes adicionales, abren un nuevo escenario respecto a las previsiones con las que se trabajaba. El proceso de vacunación ha comenzado hace un mes y las expectativas en la Unión Europea son de llegar a tener vacunada el 60 ó 70% de la población para junio.

Al margen de la irregularidades con las vacunas y la vacunación, el proceso sigue adelante. La buena noticia es que según parece, no hay efectos secundarios que puedan asustar a la población y que frenasen los avances, así como el hecho de que cada día hay más vacunas en fase avanzada que puedan llegar a la población, al igual que medicamentos para combatir la enfermedad. No debemos olvidar que la ansiada normalidad pasa por que avanzar con la vacunación a la mayor celeridad posible.

La tercera ola está causando los mismos estragos, tanto en lo sanitario, como en lo económico o en las privaciones de libertad de las personas, que la ola anterior. Aunque en toda Europa, Reino Unido y EEUU, la situación es complicada, lo cierto es que cada país, cada región y cada ciudad tienen su historia, porque las actuaciones están siendo dispares.

La falta de unidad de criterio para enfrentarse a estas situaciones, está llevando a los ciudadanos a una situación de extrema dureza, por la arbitrariedad, que está provocando auténticas injusticias, tanto en lo sanitario, como en lo económico como en lo social.

La presidenta del BCE ha comunicado que en sus previsiones estaba que la tercera ola impactase en la economía europea en el comienzo de 2021, tal y como se está constatando en el sector servicios de la Zona Euro. Por ello no va a cambiar su política monetaria ni sus previsiones, salvo que lleguemos con las restricciones al mes de marzo.

Ahora que cumplimos el aniversario del comienzo de la pandemia, las pregunta que debemos hacernos son: ¿realmente han aprendido algo los Gobiernos de los países sobre la gestión de la pandemia tras un año de experiencia? ¿El Gobierno español y los Gobiernos autonómicos han aprendido algo? ¿Por qué los que tienen más éxito en la gestión no son seguidos por aquellos que no consiguen acertar en las medidas que toman? ¿Hasta cuándo soportará la ciudadanía la arbitrariedad en las medidas y la restricción de derechos, ante la ausencia de resultados?

Muchas preguntas que no tienen respuesta única, pero que sin duda hay que seguir haciéndose y provocando que se las hagan seriamente, aquellos a los que se les paga con dinero público para hacer bien su trabajo, porque se hace con los impuestos que pagan, en buena parte, los ciudadanos que consiguen seguir trabajando, a pesar del virus y la deficiente gestión de la pandemia.