El Gobierno prepara un importante paquete fiscal para recaudar más impuestos, algo que va en contra de lo que necesita la economía española, que está sumida en la mayor recesión de su historia.

El borrador que ha trascendido habla de reducir los beneficios fiscales de los planes de pensiones, subir el IVA de la educación y la sanidad privada, así como de las bebidas azucaradas y la comida rápida, así como recortar exenciones existentes.

Algunos expertos consideran miope, el acoso a la iniciativa privada y al ahorro, que hay detrás de la reforma fiscal que están trabajando. Nuestro país necesita buenos gestores de los recursos públicos, no de mercenarios que abusan del poder para conseguir más recursos, a costa de los que trabajan, ahorran y tienen iniciativa privada.

Nuestro país no necesita más gente que quiera jubilarse cuanto antes o no trabajar en su etapa activa, porque el papá Estado les va a subvencionar para que vivan de la caridad y en la miseria. Esto Gobierno está destrozando los pilares esenciales sobre los que se ha construido el bienestar social del que gozan los ciudadanos españoles, comprometiendo el futuro de todos nosotros.

Cuando desde Bruselas se exigen reformas y apoyo al sector privado, el Gobierno busca el gasto improductivo y el populismo, sin ningún miramiento ni respeto a nuestro socios comunitarios.

La pregunta clave es ¿hasta dónde va a aguantar la economía española? Hay quienes piensan que vamos a sufrir el mayor rescate de la historia de Europa. Lo cierto es que cuando los gestores de lo público, deberían estar preparando la llegada de las ayudas de Europa, así como la productividad de su uso, aquí se ha instalado la política más rancia, conflictiva y cortoplacista, que jamás hemos visto en la democracia española.

Los sacrificios que nos esperan al conjunto de los ciudadanos va a ser enorme, si alguien no lo remedia. Desde Bruselas no sólo están viendo que caen en saco roto sus exigencia, sino que además España ha entrado por un camino de desprestigio de sus instituciones, que ponen en riesgo los pilares centrales de la convivencia y el bienestar económico.

En el resto del mundo los ojos están puestos en el positivo en Covid 19 del presidente americano, con el impacto que pueda tener en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, dado que va a afectar a su estrategia de campaña y quien sabe si al resultado final.

En cuanto al Brexit, tampoco parece que los avances lleven a pensar que han mejorado las relaciones entre Reino Unido y la Unión Europea, por lo que las incertidumbres siguen, e incluso aumentan.

En mitad de todo ello, los mercados financieros ven aumentar su volatilidad, algo que esperamos se mantenga hasta final de año.