Los principales índices bursátiles parecen tener el llamado “mal de altura”, tras las subidas verticales desde que marcasen mínimos el pasado 23 de marzo. Aunque los analistas no se ponen de acuerdo sobre la racionalidad de dichas subidas, lo cierto es que en lo que si están de acuerdo, es que son las medidas de los Bancos Centrales, las que están detrás de esta exuberancia.

Pasada la primera quincena del mes de julio, el volumen de contratación en los distintos mercados irá bajando, lo que provocará una mayor volatilidad, como suele suceder cada año por estas fechas. La experiencia nos dice que el mes de agosto es el más volátil y el que suele dar más sustos a los inversores.

Cualquier noticia negativa, magnifica su impacto por el menor volumen de contratación. En este año no podemos visualizar cual podrá ser el comportamiento de las bolsas en el vacacional mes de agosto. Las razones para ello las encontramos en la multitud de incertidumbres que acechan a los mercados, pero por otro lado, en el contrapeso que está siendo el dinero que están fabricando los bancos centrales en forma de préstamos bancarios y comprar ilimitadas de deuda.

Ante un panorama tan complejo, los expertos consideran que los inversores han de extremar la prudencia. Por esa misma razón, las estrategias de fondos multiactivos, están blindando buena parte de las carteras y están realizando beneficios para protegerse de las posibles convulsiones en los mercados durante el mes de agosto.

En la actualidad, en clave política, hay que destacar la reunión de jefes de Estado de la Unión Europea, para debatir sobre el fondo de recuperación. El cuanto aportar, a quien y bajo que condiciones, va a ser clave para que lleguen a un acuerdo en el corto plazo o que se alargue en el tiempo.

El Banco Central Europeo animaba a los líderes políticos a llegar a un acuerdo cuanto antes, por el impacto que puede tener en las economías más dañadas por el confinamiento, el retrasarlo. Además de las economías, también está en juego prestigio de la Unión Europea, en un momento difícil, en el que se analizará si hay capacidad y voluntad política de solidaridad entre los miembros.

A nivel doméstico, el Gobierno ya está resignado a que no se van a cumplir sus expectativas y que tendrá que hacer concesiones. De ahí que desde el Ministerio de Hacienda se haya enviado al resto de ministerios una solicitud de las previsiones de sus presupuestos individuales, para ir elaborando el borrador de los presupuestos generales del Estado para 2021. El plazo que les han dado es hasta finales de julio y bajo la premisa de austeridad en el gasto.

El Gobierno ya tiene claro que no podrá gastar todo lo que tenía previsto y además tiene la casi certeza de que no va a poder recibir todas las ayudas que le correspondan de la Unión Europea, sin someterse a un control férreo por parte de Bruselas. Ahora la gran pregunta está en saber si el Gobierno de España será capaz de negociar lo mejor para España, o si por el contrario, primarán las ideologías de quienes gobiernan. En este último caso, preferirán no hacer las reformas que se les exijan, para el bien del conjunto de España, pero en contra de su ideario, lo que supondrá una menor partida de ayudas económicas, que dañará el futuro de la economía española y no ayudará a la recuperación de los daños causados por el confinamiento.

Como podemos imaginar, las semanas que faltan de julio y todas las de agosto, dejarán poco margen para disfrutar de unas vacaciones como en años anteriores. Las mascarillas, el virus y las preocupaciones económicas lo impedirán, pero serán afortunados los que consigan descansar algo, para seguir peleando muy duro en los próximos meses.