El balance el primer semestre del año nos deja la lucha contra una imprevista pandemia, que ha cambiado completamente el comportamiento de la economía mundial, no sólo para el presente año, sino también para los siguientes.

Cuando comenzamos los confinamientos en marzo, todo eran incertidumbres, que al finalizar el semestre ya tenemos más certidumbres, como el hecho de que la economía mundial cerrará en recesión en 2020 y con la previsión del FMI, será en torno al 4% mundial.

Otra de las certidumbres es que los mercados financieros han asistido a su mayor caída histórica en un mes, pero también a su histórica recuperación. El tecnológico índice americano Nasdaq 100 es sin duda el indiscutible ganador, que lleva acumulado en lo que va de año más de un 12%, marcando máximo histórico por encima de los 10.000 puntos. En Europa la ausencia de compañías tecnológicas de primer nivel, está rezagando la recuperación, quedando el índice español Ibex 35 como el más dañado con una caída del 24,27% en el semestre.

Con la apertura de las economías, los datos macroeconómicos en general están mejorando, porque venían de niveles de recesión económica nunca vistos. Las dudas que ahora se ciernen sobre el futuro, están en calibrar el impacto que los rebrotes puedan tener, así como el ritmo de recuperación de las distintas economías. En este aspecto, las economías menos dañadas serán las que antes se recuperen, mientras que las más dañadas, necesitarán ayuda externa y más tiempo para volver al crecimiento anterior.

El trabajo que deberá llevar a cabo la Unión Europea para ayudar a la recuperación del conjunto de la zona, sin duda será ímprobo y durante los próximos 6 meses, Alemania será la encargada de llevarlo a cabo, dado que acaba de estrenar la presidencia. Que sea el equipo de Merkel quien capitanee la concreción del fondo de recuperación, genera enorme confianza. A partir de ahí, será cada país quien deba hacer sus tareas internas para reflotar la economía.

Por otro lado, una de las mayores incertidumbres está instalada en el impacto que prevén las compañías cotizadas en sus cuentas para el próximo trimestre o semestre. Por ello resulta de vital importancia la publicación de resultados que se hará durante el presente mes de julio, como también lo serán las previsiones que hagan hasta final de año. El conflicto entre EEUU y China en aumento, tras el aumento de las tensiones en Hong Kong, también supone un foco de incertidumbre adicional a todo lo comentado.

Llegado el verano, los gestores suelen posicionar sus carteras con más cautela, dada la experiencia de que en esta época del año suele aumentar la volatilidad y los mercados en agosto suelen caer, si hay una mínima razón para hacerlo. Este año, tras la fulgurante subida de los mercados, con mayor motivo, los gestores están aumentado la precaución, ante el temor de que en algún momento se les pase la anestesia en la que parecen estar sumidos y pueden sufrir caídas, que se lleven por delante buena parte de los recuperado.

Ante la situación actual de los mercados, los gestores se están manteniendo fieles a sus procesos de inversión, basados en sus análisis y convicciones, sin dejarse llevar por el mercado, al tiempo que están intentando aprovechar el momento de exuberancia en el que se encuentran. Esta forma de actuar es una garantía para los inversores, de que los profesionales en los que confían, buscan obtener la mayor rentabilidad posible, pero siempre respetando los perfiles de riesgo de sus fondos, al tiempo que buscan preservar el patrimonio de los inversores, sobre todo en los fondos multiactivos, que son más idóneos para los inversores equilibrados, que buscar batir la inflación, pero con sobresaltos controlados.