Cuando se cumple la segunda semana de confinamiento, ya se van conociendo los primeros datos del impacto económico que va a tener en muchos países. En España se calculan 2 millones de personas en situación de desempleo hasta el momento y en EEUU las peticiones de subsidio de desempleo semanal se sitúan en 3,28 millones de personas.

Si hablamos de la recesión, a partir de los primeros días de abril iremos conociendo con exactitud en primer impacto correspondiente al mes de marzo. Como todos coinciden en señalar, el impacto dependerá del tiempo de confinamiento que tenga cada economía, de ahí que se esté analizando con mucho detalle el número de contagios diarios, para poder decidir las fechas de reapertura. La crisis sanitaria pasa en todos los países por tres fases. La primera es la de pánico y descontrol de los contagios, la segunda, llamada de control, llega cuando los contagios alcanzan el pico máximo diario y a partir de ahí se mantienen e incluso empiezan a reducirse sustancialmente. La tercera fase es la de reapertura de la economía, que supone la reducción gradual y controlada de confinamiento y por tanto la vuelta a la normalidad.

China es el país más aventajado, dado que el día 9 de abril ya ha decretado la normalidad absoluta en Wuhan, el epicentro de toda esta pandemia, algo que preocupa a muchos, por las posibilidades que se le abren de aprovechar el mal momento de sus competidores mundiales. Italia puede haber alcanzado el pico máximo de contagios y España o EEUU todavía están en la primera fase.

El presidente americano, en un alarde de absoluto optimismo, ha dicho que espera que el día 12 de abril ya vuelva todo a la normalidad en EEUU, es decir, pasar de la primera a la tercera fase, saltándose la segunda. A todas luces parece imposible, salvo que quiera cerrar la crisis sanitaria en falso y no poder garantizar una recuperación rápida de la economía americana, que sin duda es lo que necesita para seguir siendo favorito en las elecciones de noviembre de este año.

En el comienzo de la crisis sanitaria hace unas semanas, ya mencionamos que habría que prepararse para subir las defensas, para proteger la salud física y la salud de nuestros patrimonios. Si a estas alturas se han hecho los deberes, los ciudadanos ya deberían poder vislumbrar con más claridad si van a salir dañados de esta guerra o no. Posiblemente necesiten una o dos semanas más para cuantificar con más exactitud el impacto económico en las empresas o negocios, dado que depende de cuando tendremos fecha para comenzar la tercera fase, que es la de la reapertura.

No obstante, mientras se sigue luchando y trabajando por mantener las defensas altas, hay que empezar a pensar en lo que ya se llama el día después, es decir, cuando el confinamiento vaya quedando atrás.

Creer que se estará preparado para ese día, sin hacer nada para estarlo, posiblemente será un grave error, que aumentará los daños económicos. La resiliencia es una palabra que ya se está empezando a escuchar mucho como esa actitud para salir de las situaciones críticas fortalecido.

Conseguir eso no sólo es un trabajo psicológico y emocional, sino que también lo será estratégico y táctico. Hablamos de estrategia como ese plan a un año o varios años, tanto en los negocios como en las inversiones familiares, que habrá que poner en revisión tras la guerra que estamos librando. Todas las empresas y todas las familias tienen la obligación de hacerlo. En muchos casos necesitarán apoyarse en profesionales externos independientes, en el caso de las carteras de inversión familiares y en la empresa o negocio, de aquellos que les aporten la información que necesiten, bien sea en materia legal, fiscal, financiera o de macroeconomía, para poder tomar decisiones.

A partir de esa fase de reflexión y análisis sosegado, podrán llegar a la conclusión de si tienen que cambiar totalmente la estrategia que tenían, o si por el contrario sólo necesitan hacer algunos ajustes tácticos para seguir avanzando en la consecución de su estrategia marcada.

En el caso de los inversores, el analizar si tienen una buena planificación patrimonial en la que hay un equilibrio entre la parte inmobiliaria, de empresa o negocio si lo hubiese y la parte de liquidez que disponen, es decir, efectivos, valores, fondos etc. es fundamental. Por supuesto en la parte de liquidez, analizar el impacto que las caídas de mercado está teniendo, así como la estrategia para recuperarlas en el menor plazo de tiempo posible, es una tarea fundamental. Todo ello sin perder de vista que el objetivo es la preservación de los capitales, para lo que resulta imprescindible recuperar pérdidas y superar la inflación a lo largo de los años.

Esta crisis al igual que la de 2008, va a separar con mucha claridad a unos profesionales financieros de otros, lo que facilitará a los inversores una nueva oportunidad para reconocer en quien pueden confiar.

Aunque el confinamiento impide las reuniones presenciales, las nuevas tecnologías y los teléfonos nos permiten estar en permanente contacto con los profesionales a los que necesitamos consultar dudas o solicitar estudios, que nos permitan preparar nuestros patrimonios, empresas y negocios, para la reapertura. No lo perdamos de vista, porque las semanas pasan muy rápido y tenemos mucho trabajo que hacer.

El confinamiento no significa no hacer nada o estar de vacaciones, sino otra forma de trabajar y de cuidar de nuestros intereses, sean éstos, relativos a nuestra salud física o patrimonial.