Cuando ya estamos viendo que algunos grandes almacenes comienzan a colocar los dulces de Navidad en sus estanterías, en los mercados financieros estamos manteniendo la respiración y cruzando los dedos, para que los dos meses que faltan para cerrar el año, las valoraciones de los activos sean más amables y ajustadas a los pronósticos, que las que llevamos hasta el momento.

El mes de octubre se ha ido dejando mucha pena, nada de gloria y con fundadas esperanzas de que se cumplan las previsiones de los analistas y reputados economistas, en la recta final del año. Al menos en la última sesión del fatídico mes y las primeras de noviembre, apunta a que podríamos tener alguna posibilidad.

Las malas noticias en forma de proteccionismos, gestión populista de algunos países de la Zona Euro, menores crecimientos económicos y un alocado Brexit, puede que vayan dejando paso a otras más benévolas, con resultados empresariales positivos en determinados sectores, valoraciones más realistas y expectativas menos dramáticas.

El milagro en el que pocos creen es que el IBEX 35 cierre por encima de sus niveles de finales de 2017. El peso de la banca y la mala situación en la que se encuentra, no hace presagiar grandes alegrías, ni aunque llegue la Navidad.

Para el resto de mercados o índices, incluidos los emergentes, parece que hay más posibilidades. Lo cierto es que hasta el momento estamos viviendo uno de los años más complicados que se recuerdan, desde el 2008. Las altas valoraciones de muchos activos, el cambio de ciclo en los tipos de interés y las innumerables incertidumbres, justifican parte de los sucedido, pero posiblemente se han “pasado de frenada” en algunos mercados.

Los inversores que sólo tengan en sus carteras acciones de bancos españoles o productos referenciados al IBEX 35, así como renta fija directa, pocas alegrías pueden esperar. Por el contrario los que tengan una buena diversificación con gestoras independientes nacionales, o con internacionales que diversifiquen de forma flexible y global la gestión, las posibilidades de recuperación son mayores.

En cualquier caso, al temor que sufren los inversores al bajar las valoraciones de los activos con tanta virulencia, les tiene que ayudar a superarlo, el hecho de que una buena diversificación de activos, prácticamente anula cualquier riesgo grave en los patrimonios, como ya se puso de manifiesto en el año 2008, posiblemente el más dramático de los vividos.

La resistencia y preservación de capital que consiguieron los fondos de inversión bien gestionados, ha permitido a dicha industria, desarrollarse de forma importante en estos últimos 10 años. Ahora toca consolidar los avances logrados, para volver a subir el peldaño siguiente.

De estos avances se caerán los inversores que no tiene una cultura financiera importante o que se han dejado arrastras por recomendaciones del profesionales del sector financiero, que atendían más a intereses de quien aconsejaba que del dueño del ahorro.

Cuando todo sube no se distingue la paja del grano, en el mundo de la inversión, este año ya se está haciendo y en futuro habrá más oportunidades para seguir diferenciando, algo realmente importante para los inversores: saber en quien pueden confiar.