Esta semana ha comenzado la cita estival más importante para el mundo financiero y económico a nivel global: la reunión de los presidentes y gobernadores de los bancos centrales de todo el mundo en Jackson Hole.

 

Como todos los años, los banqueros centrales, los inversores institucionales y algunos de los más prestigiosos economistas del mundo, se reúnen en las montañas rocosas de EEUU, en concreto en el estado de Wyoming. Sin duda un paraje natural apropiado para reflexionar seriamente, sobre los temas más importantes de lo que está sucediendo en la economía y las finanzas mundiales.

En esa cita, que según dicen los que conocen bien sus entresijos, el secretismo es casi absoluto, se tratarán asuntos como la cambiante estructura del mercado, la concentración empresarial en todos los sectores, que está poniendo en jaque a la economía y el empleo, las subidas de tipos de interés, la guerra comercial Estados Unidos-China, la situación de Turquía, etc…

Los principales bancos centrales del mundo se pusieron de acuerdo en 2008, ahora hace 10 años, para bajar tipos de forma coordinada y salvar la economía mundial, de la recesión que se produjo tras las crisis financiera con epicentro en EEUU, con las famosas hipotecas basura. Desde aquel momento su poder ha aumentado, hasta el punto de poner nerviosos a economistas y varios líderes políticos occidentales, empezando por Donald Trump, que no se esconde a la hora de intentar influir en las decisiones de política monetaria de la Reserva Federal de EEUU.

Al margen de que no les falta razón a quienes piensan que se ha “fabricado demasiado dinero” por parte de los bancos centrales, sobre todo en Europa, lo cierto es que cualquier injerencia política en la independencia que debe tener un banco central, debe ser rechazada de plano. En la actualidad Turquía lo está haciendo con su banco central y ya están pagando las consecuencias, sumadas a una estrategia poco afortunada de Erdogan sobre  cómo solucionar los problemas económicos del país.

Los expertos consideran que los líderes económicos más influyentes en política monetaria y fiscal del mundo, preparan un giro de 180 grados, ante los nuevos desafíos que tienen por delante las economías mundiales, ante posible desaceleración de la locomotora americana, la enorme cantidad de deuda emitida, el Brexit y su impacto en Europa, y los tipos de interés subiendo o para subir en los países que van más rezagados en el ciclo económico.

Muchos consideran que si cambia de forma drástica el ciclo económico mundial y varias economías entran en recesión, los bancos centrales no tienen demasiada munición para utilizar. De ahí que estén trabajando en nuevas fórmulas que aplicar, ante nuevos retos y mercados que no reaccionan como en el pasado ni a los estímulos ni a las fórmulas de política monetaria tradicionales.

Con es importante cita, llegamos al final del mes de agosto y a punto de adentrarnos en septiembre, con su famosa cuesta, que sumada a la de enero, son dos momentos decisivos en las finanzas y economías domésticas.