Como ya hemos mencionado en otras ocasiones, el mes de agosto se caracteriza por dar algún susto al mercado, que le lleve a una sobrerreacción, normalmente a la baja, ante la ausencia de volumen y la facilidad para mover precios en el mercado con poco volumen.

Cuando ya hemos llegado el primer tercio del mes de agosto, ya podemos decir que el primer susto o tal vez el único, ya veremos, tiene como protagonista a Turquía. El aumento de la tensión diplomática entre este país y EEUU, así como las dudas, más que razonables sobre el futuro de su economía doméstica, han sido el combustible y la mecha, para que los inversores con intereses en Turquía se asusten, y lleven a un rojo intenso a buena parte de los principales índices bursátiles del mundo.

Las declaraciones de Erdogan, el Presidente de Turquía, están incendiando más la situación que calmándola. Llamamientos internos populistas y poco convincentes para los mercados, están avivando el incendio provocado. Con su yerno como ministro de finanzas y con declaraciones intervencionistas respecto a los tipos de interés, así como a la actividad bancaria, la situación está en su punto más conflictivo y amenazador. De ahí que compañías como BBVA en nuestro país, que tienen intereses relevantes en ese país, estén pagando seriamente en sus cotizaciones lo que está sucediendo.

Como siempre, lo que preocupa es que el país pueda devolver la deuda contraída, no olvidemos que hay muchos inversores con deuda turca, que esperan se les devuelva lo que han invertido y los intereses comprometidos. Cuando eso se pone en duda, caen los precios de los activos, tanto la propia renta fija, como la renta variable de las empresas que pueden verse afectadas.

Buena parte de los analistas creen que la sangre no llegará el río y que el país conseguirá enderezar su situación económica, así como su imagen de confiable hacia sus inversores. No obstante, en el corto plazo las tensiones seguirán, con una lira que ya ha caído más de un 30%, con unos mercados en vilo y pasando a la historia como el susto de agosto de 2018. Este honor lo tuvo el año pasado Corea del Norte, cuando en su dialéctica agresiva con EEUU, llegaron incluso a ponerle fecha a un ataque nuclear. Todo quedó en hipótesis, en recortes puntuales en los mercados y en anécdota veraniega para contar.

En este caso tal vez suceda lo mismo, y esperemos que así sea, para llegar a septiembre con las incertidumbres que ya conocemos, en forma de guerra comercial, comercio mundial desacelerándose, subidas de tipos en el mercado secundario que están haciendo caer el precio de los activos de renta fija, incertidumbres políticas varias, sobre todo en España y menores crecimientos económicos.

Los inversores seguirán esperando que los buenos resultados empresariales publicados puedan reflejarse en otros mercados que no sea sólo el estadounidense, que es el que mejor comportamiento está teniendo hasta el momento. En paralelo se suceden los informes que van aventurando el agotamiento de una economía que está teniendo el periodo más largo de crecimiento, así como unos mercados financieros muy cercanos a máximos históricos, que invitan a la prudencia, sobre todo en lo que a tecnológicas se refiere, dado que han sido las grandes protagonistas.