El mes de agosto no es precisamente un buen mes para reflexionar sobre asuntos económicos y financieros, pero el resto del año, posiblemente no lo es mejor, si la rutina y la vorágine del día a día, nos impide pensar en ello.

Por ello, no está demás el sacar un poco de tiempo para pensar en los asuntos económicos y financieros personales o familiares, así como los del país o el mundo en el que vivimos. A fin de cuentas, nos guste o no, la mayor parte de nuestras preocupaciones, giran alrededor de esos asuntos.

Para quienes puedan no estar de acuerdo con esta afirmación,  piensen si las siguientes preguntas, no están muy presentes en su vida, lo han estado o lo estarán en el futuro. Vayamos a ello: ¿seguiré cobrando mi pensión? ¿con lo que gano podré pagar mi casa y los estudios de mis hijos? ¿si suben los tipos de interés como me va a afectar? ¿Si la economía española no va bien mantendré mi trabajo o mi empresa? ¿qué puedo hacer para llegar a fin de mes? ¿y para ahorrar algo más? ¿tendré pensión cuando me jubile? ¿qué puedo hacer con mis ahorros? ¿Qué hago con la renta fija si está bajando de precio? ¿ en quien puedo confiar para llevar mis asuntos financieros? ¿me va a afectar la guerra comercial iniciada por EEUU? ¿si el Gobierno sube los impuestos me afectará? etc…

Estas preguntas son una pequeña muestra de las múltiples que se hacen los ciudadanos y que tienen su base, en asuntos económicos y dentro de estos, en temas financieros o empresariales. A fin de cuentas sobre ellos se sustentan nuestras sociedades y nadie puede decir que es ajeno a lo que está sucediendo en esas cuestiones.

Por ello no está de más, aprovechar esta época vacacional, para plantearse  mejorar la información y sobre todo la formación, en cuestiones económicas, para ir poniéndolas en práctica el resto del año, y con ello mejorar nuestra capacidad de toma de decisiones en asuntos de tanta relevancia, e incluso  detectar en qué profesionales o entidades confiar y de quienes huir, como si la peste fuese, por los daños irreparables que pueden provocar.

El exceso de información y que los inversores tengan una visión muy cortoplacista para sus carteras, es un mal que está extendiéndose entre quienes están muy pendientes de la actualidad económica. Por tanto el riesgo de perder perspectiva o de olvidar cómo se debe interpretar la evolución de las carteras, es el error en el que deben evitar caer los inversores en los tiempos que corren.

Enfrentarse a los resultados negativos en renta fija, cuando los tipos suben, siempre han sido de las experiencias más frustrantes para los inversores, que en ese momento, recuerdan que la renta fija, ni renta ni es fija, en determinados momentos.

Para evitar tomas decisiones erróneas, hay que recordar que los gestores de renta fija, en esos momentos, van buscando minimizar el impacto e ir adaptando las carteras, para que empiecen a dar rendimientos positivos. Por su parte, el inversor debe saber que lo mejor es recordar que hay que analizar los rendimientos en función de la duración de las carteras y que eso le lleva a un mínimo de dos o tres años, como si comprase un bono a 3 ó 5 años, que no está dispuesto a vender si baja el precio, porque sabe que al final del plazo, recupera el principal y los cupones anuales.

De ahí que la mejor recomendación que se les puede dar a los inversores en estos momentos, es que no tengas demasiado presente la evolución diaria de sus carteras, sino que las analicen a final de año, aunque estén al tanto de las estrategias de inversión que están llevando a cabo los gestores, para su conocimiento.

Además de todo esto, recordar que hay que controlar el presupuesto familiar en la segunda parte del año, también será de gran utilidad, para comprobar que las vacaciones no hayan provocado un roto en el mismo, o la vuelta al cole, que también suele ser una época de muchos gastos.