La realidad de que nunca llueve a gusto de todos, se materializa cada vez que ese fenómeno meteorológico se produce. En nuestro país, últimamente se habla tanto de ello, como de la situación política.

Hemos pasado de una sequía extrema, a una situación de lluvias casi constantes desde hace meses, que están poniendo de acuerdo a casi todos los españoles, algo bastante difícil, en el hastío y la necesidad imperiosa de que llegue el sol y el calor, para quedarse, no para venir de visita. El tiempo y la política siempre han tenido mucho en común. De ambos se habla casi constantemente, la tempestad y la calma se suceden, y todos los que hablan de ello, para hacer valoraciones, lo hacen más por una percepción personal subjetiva, que por una posición objetiva y analítica.

Tras la conmoción de ver salir un gobierno y llegar otro, de forma bastante traumática e inesperada, parece unánime, que la primera impresión del gabinete que el nuevo presidente ha formado, supone una estabilidad y primeros elogios, que veremos si son flor de un día o se mantienen en el tiempo.

Bruselas parece estar muy satisfecha con los nombramientos en el área económica, lo que a priori tranquiliza a los mercados y nos aleja de que nos comparen con Italia, que tal y como están, nos será muy rentable, aunque sólo sea por lo que nos podemos ahorrar de intereses, al bajar nuestra prima de riesgo y los tipos de interés que pagamos por la deuda.

En el momento actual están viviendo la parte idílica de la situación,  pero desde el lunes comienza el trabajo de campo, que será realmente lo que mantenga la situación de estabilidad actual o volvamos a generar serias dudas, que lleven a los mercados financieros a reaccionar de forma muy previsible, ya saben, caídas en bolsa, subidas de la prima de riesgo y los intereses, presión de Bruselas etc… La música y la letra de esa canción la conocemos muy bien.

De todo lo escuchado hasta el momento, sobre que han dicho o insinuado algunos nuevos ministros, vamos a reseñar la posible subida de impuestos y el derribo de la reforma laboral aprobada por el gobierno anterior. Según lo que haya de verdad en ello, así como la ejecución práctica de dichas intenciones, la economía española y sobre todo, las economías domésticas, pueden salir muy dañadas.

Las subidas de impuestos o la creación de nuevos tributos, siempre es el arma que tienen a su disposición los gobiernos, para camuflar la ineficiente gestión de los recursos públicos. Los efectos de esas tentadoras armas no se hacen esperar. El descontento social aumenta, la economía se resiente y a partir de ahí, guerras, en otras épocas históricas o elecciones en las que los ciudadanos despojan del poder a quienes así se comportan.

Lo que resulta aburrido y previsible es que esa situación se va produciendo en el devenir de nuestra historia como españoles, así como en la historia de las civilizaciones, como en el clima, el sol y la lluvia se van sucediendo constantemente.

Por mucho que la gran mayoría, en este mismo instante, estén de acuerdo tanto en lo político como en lo meteorológico, la pregunta que nos debemos hacer es, ¿y a partir de ahora qué?. La respuesta la iremos conociendo en los próximos meses y veremos si tenemos que sacar la sombrilla o el paraguas.