El vuelco que está dando la situación política tanto en Italia como en España, está ocupando los principales titulares de la prensa nacional e internacional. Ahora es el turno de los economistas y analistas políticos, para interpretar lo que está sucediendo así como las consecuencias económicas que pueden suponer.

Por lo pronto, los mercados financieros han castigado con fuerza en la última semana, tanto a la renta fija como la renta variable de ambos países. Por sectores, la banca ha sido la más afectada, teniendo en cuenta las enormes posiciones  de deuda pública que han adquirido.

El desenlace de las situaciones políticas de ambos países, ha sido totalmente inversa. Italia partía de no poder formar gobierno y de enfrentarse a elecciones de nuevo, para terminar encontrando una vía por la que formar gobierno y evitar las urnas. España, por el contrario, venía de aprobar los presupuestos generales, lo que en principio suponía garantías para el gobierno, de terminar la legislatura y la sentencia del caso Gurtel, provoca un giro de 180 grados a la situación, terminando con la destitución del gobierno, siendo sustituido por lo que muchos llaman “el gobierno Frankenstein”, que presenta más incógnitas que certezas.

Desde el punto de vista económico, ambos países también parten de situaciones diametralmente opuestas. Italia no ha hecho en los últimos años las reformas necesarias para que su economía sea más productiva y eficiente, mientras que el Gobierno del PP, ha hecho buena parte de los deberes necesarios para que la situación económica pasase de ser un país a punto de ser intervenidos, tras la era Zapatero, o estar entre los que más crecen de Europa.

Bien es cierto que España tiene por delante desafíos económicos importantes, como ha puesto de manifiesto el informe del Banco de España y la OCDE, pero nada urgente y que requiera inmediatez. No obstante su principal debilidad está en las cuentas públicas con demasiado gasto improductivo, algo que le pone muy cerca del incumplimiento de los objetivos de déficit exigidos por Bruselas.

Respecto al futuro, ahora toca esperar y ver. Italia tendrá que demostrar que siendo partidos populistas, pueden poner en práctica un proyecto reformista que no ponga en riesgo la Zona Euro y España tendrá que decidir cuál es su futuro gobierno, porque eso no está claro.

Como explican los expertos políticos, si se hubiese llevado a cabo una encuesta en la calle, Pedro Sánchez no habría sido el elegido para gobernar el país, lo que implica que aunque tenga legitimidad su llegada a la presidencia del Gobierno, no cuenta con el respaldo de la mayoría de los ciudadanos, lo que se sitúa en el centro de una diana, que le puede suponer quemarse en el gobierno antes de lo previsto.

Por otro lado, el PP, ya fuera del Gobierno de España, tiene la posibilidad de abrir el debate interno de regeneración y preparación para las próximas elecciones, ya sin la presión de gobernar cada día, sino simplemente con la tarea de encontrar su futuro.