Uno de los protagonistas de las dos últimas semanas, está siendo el petróleo, que se encuentra en niveles máximos desde 2014 y está rompiendo todas las previsiones.

Si el dólar fue el año pasado el que más disgustos dio a los inversores en euros, es decir, todos nosotros, ahora parece que es el petróleo el que está sorprendiendo a la gran mayoría de gestores y analistas del mundo.

Dentro del elenco de monedas relevantes en el mundo, el dólar es la gran favorita, aunque se desplome. No olvidemos que detrás de cada divisa, está la solvencia del país que la respalda, y aunque en el último año y medio, a los inversores se gusta mayoritariamente el euro, el dólar es la moneda que más transacciones económicas realiza en el mundo, así como el refugio cuando el mundo se parece que se va a quebrar por la mitad.

Posiblemente los europeos no tenemos esa realidad tan interiorizada, como la tienen los inversores de Latinoamérica, que siempre han visto en el dólar la moneda que protege sus patrimonios, ante situaciones económicas dramáticas en sus países de origen. No obstante el acceso a la gestión internacional, nos ha acercado más a los activos denominados en dólares, de ahí que ya cada vez más europeos tengan inversiones en dólares y que estemos sufriendo la sinrazón de un dólar extremadamente débil, porque fundamentalmente interesa a la administración Trump.

Cuando nadie le prestaba demasiada atención al petróleo, ha entrado en escena tras el aumento de las tensiones geopolíticas de la semana anterior entre EEUU y Siria, con Rusia por el medio. Ahora que está rondando los 74 dólares, deja en evidencia a quienes han hecho sus previsiones económicas con el petróleo en otros niveles más bajos. Entre ellos se encuentra el Banco Central Europeo, que estimaba los proyecciones económicas en los 65 dólares y para una inflación que aunque contenida en el 1,3%, puede verse alterada si se prolonga en el tiempo el precio actual o sube. Algo que no descartan desde Arabia Saudí, que están abogando por que vuelva el precio cerca de los 100 dólares, queriendo mantener la producción de petróleo.

Quien también se está quedando fuera de juego es el Gobierno español, que planteó unos presupuestos generales del Estado con un petróleo en torno a 66 dólares y que ve un impacto negativo en su deficitaria balanza comercial. Nuestras importaciones se están incrementando en precios en torno al 5%, lo que impacta directamente en las cuentas de resultados de muchas compañías y en el bolsillo de los ciudadanos.

En principio, todo apunta a que la sangre no llegará al río y que el precio del petróleo debería bajar a niveles más cerca de los 60 dólares que los actuales. No obstante, ya sabemos que en nada hay absoluta certeza, y menos en el corto plazo. De ahí que ahora el protagonista a seguir es el petróleo, mientras queda en un segundo plano la guerra comercial de EEUU y China. En EEUU ya están estimando el impacto que los aranceles les va a suponer, de ahí que la beligerancia haya disminuido.

El Fondo Monetario Internacional, también se ha sumado esta semana a quienes piden mesura y cordura con todo el tema de la guerra comercial, por el impacto que puede tener en el crecimiento de la economía mundial.