Elaborar las cuentas públicas nunca ha sido tarea fácil y para un Gobierno con pocos apoyos, la situación es más que complicada, haciéndole rehén de su debilidad y presa de todo tipo de oportunistas.

Los ciudadanos no suelen ser muy conscientes de la importancia de las cuentas públicas, porque en la mayoría de los casos, tampoco llevan sus economías domésticas con rigor y control.

Los Presupuestos Generales del Estado para 2018, presentados por el Gobierno, además de llegar con mucho retraso, podríamos decir que son bastante populistas y cargados de buenas intenciones, que tal vez se vayan al traste si la economía española no muestra un brío extraordinario.

En cualquier caso, están intentando aplacar a los que piden aumentos de pensiones, entre otras reivindicaciones. También hemos oído comentarios desdramatizando la situación de las pensiones futuras, cuando posiblemente no se lo creen ni los que tienen el deber de tranquilizar a las masas.

Los números son muy tozudos y se imponen antes o después. La riqueza sólo se puede repartir si se genera con productividad, no a base de endeudamiento, que es de lo que nos sobra en las cuentas públicas, lo que no hace que sea muy esperanzador el futuro de los actuales adolescentes y los que vienen detrás de ellos.

Tal vez sea mejor el dejarse de demagogias y explicar la realidad, con toda su crudeza, porque solo así se podrán buscar soluciones y avisar a los que se verán afectados, para que vayan tomando medidas desde niños, mejorando sus conocimientos sobre economía, finanzas y emprendimiento. 

Buscar mantener el sistema de pensiones a base de más impuestos a los ciudadanos, ya sabemos que es insostenible, porque eso daña las economías domésticas y las cuentas públicas, cuando la economía se desacelere y llegue la recesión. No debemos olvidar que la economía es cíclica y que tras los años de bonanza, llegan los de estrechez, para los que hay que prepararse, porque siempre llegan, antes o después.

Dado que los gobiernos en general son muy cortoplacistas e incluso oportunistas, para salvar la actual situación, de recaudar más para contener a los que reclaman más gasto público, ahora va a ser el mercado inmobiliario el que va a pagar más impuestos, aprovechando las subidas de los precios de los inmuebles en estos últimos años.

Esta realidad, supondrá una mayor asfixia para los que más inmuebles tengan, que además suelen ser pensionistas, que ven bajar de forma dramática la liquidez que tienen. Todo ello generará situaciones cada vez más complejas para los patrimonios familiares, que no estén bien planificados, desde varios años antes a llegar la edad de jubilación, aumentado el patrimonio líquido y reduciendo el inmobiliario. Esta situación se agravará aún más, si se van produciendo fallecimientos y los herederos no tienen patrimonio líquido personal para hacer frente a los gastos que heredarán.

Por todo lo mencionado, los ahorradores necesitan de forma urgente una planificación patrimonial para conseguir una eficiencia fiscal, financiera y patrimonial, como hasta ahora nunca se había llegado a cabo.