Cada día que pasa, Donald Trump y su administración, se parecen más a un pistolero a sueldo o un sheriff corrupto, que el presidente de la primera economía del mundo.

Eso no sería demasiado relevante, dado que desgraciadamente con ese carisma existen varios dirigentes políticos por el mundo, si no estuviésemos hablando del país más poderoso del mundo, lo que le debería llevar a tener dirigentes políticos más ejemplares, en consonancia con su relevancia e influencia sobre el resto de países. Desde antes de llegar a la Casa Blanca, Donald Trump ya apuntaba maneras. Ahora que lleva una año en ella, haciendo “casi” lo que le viene en gana, tiene tantos frentes abiertos, que veremos cómo llega a cumplir su segundo mandato.

Sin entrar en sus guerras familiares y domésticas, que según parece están en un punto álgido, nos interesa recordar y mencionar todas las demás, por lo que nos va en ellas. La más sonada del año pasado, fue su confrontación con Corea del Norte, que parece estar en fase de letargo, por la más que sabida intervención de China mediando para frenar la escalada de violencia, que llegó a su punto máximo en agosto de 2017.

También ha sido muy destacada su guerra contra los periodistas estadounidenses, y con ello contra la libertad de prensa, en el país que lleva a gala desde hace décadas, la defensa de la libertad de todos los ciudadanos del mundo, dentro y fuera de sus fronteras. Ahí está la más que admirada y turísticamente visitada, estatua de la libertad, que ellos tanto enarbolan. Como también lo están todos los cadáveres de militares americanos, muertos en multitud de guerras en las que han participado “en defensa de la libertad”, llevando para ello su bandera y lo que representa, hasta la muerte.

Qué podemos pensar de la batalla campal que tiene contra las agencias de inteligencia del país, y en concreto contra el FBI, que parece más un enemigo a batir, que una institución que defiende los valores y justicia americana.

El famoso muro en la frontera con México, ha sido desde su campaña electoral, el símbolo contra la inmigración, que ha concretado en varias polémicas medidas, que están dañando la convivencia entre buena parte de los ciudadanos americanos, así como el futuro de multitud de personas que llegaron a ese país persiguiendo el sueño americano, que con tanto éxito se les ha vendido.

Otros damnificados y con una guerra abierta son el cambio climático, buena parte de los derechos civiles conquistados con tremendos sacrificios, o la globalización, con su afán proteccionista, más propio de personalidades egoístas e inmaduras, que de dirigentes políticos de altura institucional.

La última polémica está en el mercado de divisas, donde muchos economistas y expertos hablan del resurgir de los fantasmas de una posible guerra de divisas. La última vez que hablamos de estas guerras, conocidas como devaluaciones competitivas, fue en 2015, cuando China apoyó la devaluación de yuan, impactando negativamente en los mercados financieros mundiales.

Según parece, como el hábitat natural para la administración Trump, es estar en permanente guerra contra todo, ahora es la debilidad del dólar la que está provocando el resurgir de los temores a una posible guerra de divisas, que muchos expertos niegan que se llegue a producir y que nadie desea. El detonante de los temores, lo tuvimos la semana pasada en las medidas palabras del presidente del Banco Central Europeo, con sus reproches a la administración americana, por incumplimiento del pacto que habían hecho antes de finales de año, para que no interviniesen en el mercado de dividas, para favorecer el dólar débil. En concreto hablamos de que se ha debilitado en torno al 20% contra el euro, desde los niveles de 1,05.

Resulta inaudito la cantidad de guerras abiertas que ha llevado a cabo en un año, y sin pegar todavía un solo tiro. Veremos cómo se defiende en todas ellas y que precio tendrá que pagar, porque no tengamos la menor duda, todos los que inician una guerra, pagan su precio. Una lástima todos los damnificados y efectos colaterales que las situaciones bélicas conllevan. Vivimos tiempos complicados y desafiantes, que sin duda también tendrán su lado positivo, aunque ahora resulta muy complicado vislumbrarlo.