Todos los temas relacionados con las pensiones son de máximo interés, porque estamos ante uno de los asuntos más sensibles para la sociedad, dado que de ellas dependen muchas familias.

Las pensiones que reciben en la actualidad las personas jubiladas, están ayudando al sostenimiento no sólo de la persona que lo recibe, sino también de otros familiares a los que ayuda. Esta realidad explica, en parte, el hecho de que las alarmantes cifras de paro que estamos teniendo en nuestro país, no deriven en una mayor conflictividad social. A ello también contribuyen otro tipo de contraprestaciones sociales, pero que son sólo parches, que en algún momento dejarán de tener efecto.

Conviene no perder de vista, que las pensiones están perdiendo poder adquisitivo cada año, como antesala de la merma que van a sufrir gradualmente en las próximas décadas. De esto ya se hablaba hace 25 años, aunque los dirigentes políticos y muchos ciudadanos han preferido hacer como el avestruz, esconder la cabeza, esperando que el problema desaparezca o se resuelva solo.

En los asuntos económicos, la realidad suele ser muy tozuda y se termina imponiendo. De ahí que ahora ya estemos en tiempo de descuento y empiezan las preocupaciones serias. Aquellos que se benefician de las pensiones de terceros, se preguntan qué va a ser de ellos cuando estas personas fallezcan y se acabe el “maná”. Los que están a unos 10 años de jubilarse, ya van temiendo que la pensión no les va a poder permitir mantener el nivel de vida actual. Si a ello le sumamos que no hayan sido previsores, teniendo ahorro personal para complementarlo y que de recibir alguna herencia, pueden ser inmuebles que generan gastos y que ahora nadie quiere heredar, la situación empieza a encontrarse en zona de alerta.

Bien es cierto que con más de 10 años, todavía hay tiempo para generar un ahorro que pueda minimizar la ansiedad de la situación. Aunque será a base de toda la disciplina y esfuerzo que no se ha hecho durante décadas, lo que complica la consecución del objetivo.

El vehículo financiero a través del cual ahorrar e invertir, sin duda tendrá que ir encaminado a preservar el capital, porque no puede quebrar bajo ningún concepto. Para todo ello, las herramientas imprescindibles son la planificación patrimonial y la educación económico-financiera

Pensando en las generaciones más jóvenes, el ahorro para complementar la posible pensión que reciban, será un imperativo, directamente ligado a sus ingresos, desde el primer momento en que empiecen a recibirlos, cuando accedan al mercado laboral.

El Gobierno ya está trabajando en esa dirección, no sólo mentalizando a la sociedad, sino preparando reformas que ayuden a ese ahorro, como por ejemplo la que se aprobará en los próximos meses, con un Real Decreto que modificará el reglamento de los planes y fondos de pensiones. Las principales novedades irán en dar más liquidez a los planes de pensiones, porque parece difícil que los jóvenes puedan ahorrar a través de un producto financiero que les ponga trabas insalvables para el rescate del dinero, así como en un ajuste de las comisiones, que permita mejorar las rentabilidades, sobre todo en los que invierten fundamentalmente en renta fija, que se ven afectados por los bajos tipos de interés.

La buena noticia es que parece que el camino iniciado, para evitar seguir comportándose como el avestruz con este asunto de las pensiones, tiene visos de permanecer como tema de actualidad constante e incluso de interés prioritario, para evitar situaciones dramáticas, desde el punto de vista financiero, para muchas familias en el futuro.