La deriva del independentismo catalán, cada día nos recorda más a un drama griego, que de épico no tiene nada, sino más bien de irresponsable y suicida.

Los acontecimientos que se van sucediendo desde el día 1 del presente mes, tienen ocupados, casi a tiempo completo, a los principales líderes políticos, económicos y empresariales de nuestro país.

La ciudadanía de bien, está respondiendo como se podía esperar. A fin de cuentas, las masas silenciosas nunca existen, porque expresan lo que opinan en sus cafés y tertulias, para llegado el momento, manifestarlas de forma clamorosa, como está sucediendo con la manifestación en Barcelona el domingo pasado, o en el día de la Hispanidad en toda España.

La realidad económica y aislamiento internacional que está evidenciando el independentismo catalán, podríamos decir que tiene rasgos comunes con lo que sucedió con Grecia hace unos años, cuando su representantes políticos decidieron envalentonarse y decirle al mundo que no estaban dispuestos a pagar la deuda que tenían en los mercados financieros, que no les hablasen de recortes ni de disciplina fiscal, que lo suyo era el discurso populista que enardecía masas y que les había llevado al poder, según ellos, todopoderoso.

Al igual que los independentistas catatanes, poco duraron en comprobar las consecuencias de semejantes declaraciones, cuando ya los mercados financieros comprobaron que las simples palabras pasan a consumarse en hechos concretos.

Las razones de los mercados financieros, para acorralar países y empresas son siempre las mismas. Incertidumbres económicas, o políticas con fuerte impacto económico, que hacen caer los precios de los activos financieros y dispararse las primas de riesgo. Activado el detonante, las caídas pueden llegar a hacer desaparecer empresas o países en un espacio de tiempo muy corto.

La globalización ha democratizado el mundo financiero, hasta convertirlo en el verdadero poder, dado que él decide con su apoyo o castigo, las políticas de los Bancos Centrales, de los Gobiernos y las empresas.

Nada de lo que existe en el mundo está dotado de la perfección que nos gustaría, porque todos sabemos de la manipulación y especulación a la que se somete en ocasiones a algunos activos financieros, pero lo cierto es que nadie ha podido frenar a las masas de inversores asustados por no poder recuperar sus inversiones o por perder buena parte de sus beneficios. Las nuevas tecnologías y los avances en las contrataciones de los activos financieros, permiten a los inversores tomar decisiones muy rápido, buscando refugios, lo que provoca un vértigo casi insoportable, para los que les provocan o se ven afectados por decisiones políticas.

El corralito en Grecia, cuando los ciudadanos veían que no podían sacar sus ahorros de los bancos, dejó tocado de muerte a la demagogia populista que acampó a sus anchas durante meses. En Cataluña ha sido la huida de las entidades bancarias de la tierra, así como grandes nombres, los que les han devuelto a la realidad. Ahora son miles de pequeñas y medianas empresas las que también huyen a otras regiones, ante la certeza de que este asunto no va a tener una solución satisfactoria en el corto plazo.

Con ello buscan refugio para sus negocios y sus empleados, algo que no se debería haber producido nunca y que la historia analizará con detalle, para castigar a los culpables que lo han provocado.

El que tenga dudas que analice lo sucedido en Canadá, cuando Quebec buscó independizarse y acabó con su situación de privilegio económico, que se trasladó principalmente a Calgary y Vancouver.

La tranquilidad nos viene dada, ante hecho cierto de la unidad de España más clamorosa que se ha visto, desde el intento de golpe de Estado de Tejero, lo que nos garantiza que no se va a romper el país. Controlado por tanto el mayor daño posible, ahora queda minimizar los daños colaterales, que no serán pocos ni inocuos.