En agosto de 2007, comenzó en el mercado inmobiliario estadounidense una crisis de crédito global, que arrastró hacia la recesión a un buen número de países y economías del mundo.

Estamos celebrando el décimo aniversario del comienzo en EEUU de la crisis más larga, desde la famosa Gran Depresión de 1929. En este tiempo, muchos países han conseguido volver a la senda del crecimiento, como el caso de España, y aunque se han revertido buena parte de los efectos de la crisis financiera, aún queda mucho por hacer y se causaron daños irreparables.

Miles de familias y empresas quebradas, inversores perdiendo buena parte de sus ahorros, bancos y cajas de ahorros desapareciendo, en fin, una senda llena de cadáveres, como si de una guerra se hubiese tratado.

No está claro que se hayan aprendido las lecciones, para evitar situaciones análogas en el futuro, porque ese tipo de aprendizajes, necesitan décadas para cambiar determinados comportamientos sociales, económicos o políticos, que garanticen que no se van a volver a repetir.

Cuando estamos analizando lo sucedido y sus consecuencias, nos encontramos inmersos en una escalada de las tensiones entre Corea del Norte y Estados Unidos, que están alertando a los gobiernos del mundo, al tiempo que siembran la incertidumbre en los mercados financieros, provocando las mayores caídas en los índices, en lo que llevamos de año.

Atrás están quedando los máximos históricos alcanzados por el Dow Jones en EEUU, aunque posiblemente, nada impedirá que vuelva a recuperarlo, si todo queda en amenazas y alardes de egocentrismo, de lo que muchos califican como pelea de “dos gallos de corral” 

Esta afirmación sería especialmente simpática, si no fuera dramática, por la implicación que tiene lo que está sucediendo y los inciertos riesgos, que a nivel mundial se están desatando. Preocupa especialmente, que aunque Trump no cuenta con apoyo para sacar adelante sus proyectos a nivel legislativo, para estas cuestiones bélicas, si que parece tener bastante autonomía, como comandante en jefe.

Las amenazas de Corea del Norte han puesto fecha al posible lanzamiento de misiles, que sería la semana próxima, eso sí, con intención de impactar cerca de la isla de Guam, pero no en ella directamente. Como si esto de lanzar misiles fuese algo tan certero, como para que no fallen nunca y que siempre se de en el blanco.

Al menos conocemos la posible fecha, para tenernos a todos pendientes la semana próxima, sobre si cumplirá o no sus amenazas, puesto que habla de que sería a mediados de agosto. Un mes perfecto, para que aquellos que disfrutan de sus vacaciones, tengan que estar pendientes de si todo esto queda en nada, o realmente tendremos un grave problema. Resulta irónico pensar que Trump también está de vacaciones, y en lugar de disfrutarlas apaciblemente, se dedica a los juegos de guerra como entretenimiento.

 Mientras tanto, los activos refugio habituales, están volviendo a serlo, como son la deuda pública, el franco suizo, el yen o el oro.

Si todo queda en nada, bien es cierto que tal vez estemos ante una oportunidad de compra en los mercados de renta variable. Esta misma semana, el presidente del Banco Central Europeo, afirmaba que la renta variable europea está barata. Todo esto, antes del desplome de las tres últimas sesiones. Si estuviese en lo cierto, la verdad es que ahora estaría todavía más barata.

En cualquier caso, las decisiones de inversión siempre tienen que hacerse dentro de una estrategia bien planificada, con un control del riesgo escrupuloso y con una enorme diversificación de activos.