Las economías tienen múltiples datos macro o microeconómicos, para pulsar como están de salud, como por ejemplo el PIB, la inflación o la tasa de desempleo.

Estos dos últimos, inflación y empleo, son especialmente relevantes, porque afectan de forma directa e implacable, sea para bien o para mal, en las economías domésticas. La gran mayoría de los ciudadanos, saben si la economía va bien o mal, no por seguir los datos macroeconómicos, sino por su experiencia personal de si tienen más o menos liquidez para gastar, así como por las valoraciones de su patrimonio.

Tener un trabajo o un empleo, sin duda es lo que más impacta, como bien sabemos. Este verano, la gran afluencia de turistas, en nuestro país, ha ayudado que el desempleo baje de la cifra de los 4 millones de personas, lo que sin duda es una gran noticia.

Las eternas discusiones de mejoras salariales y condiciones contractuales, son una constante, que pueden ayudar a una mayor eficiencia del mercado laboral si se negocia correctamente, o a dañarlo, con lo que suelen terminar pagándolo un número importante de personas.

Los cambios que las economías están sufriendo desde la crisis de 2008, hacen que los economistas recomienden que las subidas salariales se liguen más a la productividad que a la inflación, porque esta última genera un círculo vicioso, que ya sabemos las distorsiones que provoca.

Por otro lado, la discusión de que el empleo debe ser de calidad, en muchos casos puede caer en la demagogia. Partiendo de que todo es mejorable y que las personas deben aspirar a mejorar su situación personal o profesional, parece indudable, que trabajar siempre es mejor que estar en paro, siempre y cuando el trabajo no ponga en riesgo grave la salud física o espiritual de las personas.

De ahí que la tradicional reivindicación de contratos indefinidos y bien remunerados, aun siendo lícita, en los casos concretos en los que no se cumpla, siempre será una alivio al menos tener un contrato temporal. Por otro lado, no debemos perder de vista, que cada vez se habla más de que los puestos fijos y para todo la vida, irán reduciéndose en número, por la trasformación que el mercado laboral está sufriendo, con el desarrollo de las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial, la robótica etc…

En conclusión, nuestra economía crece más del 3%, lo que a su vez se está traduciendo en un mayor número de puestos de trabajo, lo que sin duda es de enorme satisfacción, pero no hay que perder de vista las amenazas que pueden llegar, en forma de subidas de tipos de interés, caídas en los mercados financieros o conflictos internacionales, entre otras, que puedan hacer retroceder la bonanza actual. Por eso es preciso seguir modernizando la economía y hacer las reformas que para ello se precisen.

Al mismo tiempo, los trabajadores, deben ser conscientes de los cambios que en todos los sectores se están produciendo, para analizar cómo les va a impactar, e irse preparando, para seguir en activo y aprovechar todas las oportunidades que se están generando.

Una vez más, actitud proactiva, frente a la pasiva.