Los datos publicados sobre la demografía de nuestro país, hacen saltar las alarmas sobre el problema de una sociedad envejecida que no tiene numerosos herederos, que garanticen la continuidad de la sociedad del bienestar y los logros conseguidos.

 

Este problema que en España ya empieza a dar signos de muy preocupante, dado que en muchas regiones ya mueren más personas que nacen, sin duda en un problema generalizado en toda Europa, que condiciona los asuntos económicos y sobre todo, la sociedad del futuro.

En las etapas históricas de nuestra civilización en Europa, tanto reyes como campesinos, querían tener una amplia prole, que les garantizase la continuidad de sus reinados o tierras. El mundo de la empresa o negocios familiares, también han visto en sus vástagos, la razón de ser, para la continuidad de las tradiciones familiares.

De hecho, el ser humano, desde el punto de vista psicológico y afectivo, siempre ha necesitado formar parte de una familia, en la que sentirse querido, aceptado sin condiciones y apoyado en los difíciles momentos por los que todos atravesamos. Quienes no tienen familias o están desestructuradas, buscan, en las relaciones personales de amistad o pareja, ese confort que necesitan.

Los cambios tan drásticos que están sufriendo las sociedades, hacen peligrar el concepto tradicional de familia, que ha dado estabilidad y progreso a la sociedad. No pocos estudios, confirman que el impacto de la crisis de 2008 está siendo más benévolo en muchas familias, gracias al papel y los ingresos de los abuelos. Ellos han sido educados en la familia tradicional de generosidad, entrega y apoyo incondicional, que claramente peligra, pensando en las generaciones futuras.

Las nuevas tecnologías, en su parte menos amable, generan un aislamiento de las personas y de la realidad del mundo, así como una adicción, que suponen un auténtico reto para el bienestar de los ciudadanos en las próximas décadas.

Los asuntos económicos cobrarán una importancia vital, dado que el estado de bienestar en el que el papá Estado, ayuda a desfavorecidos y no desfavorecidos, tendrá ir ajustándose a la realidad de que no hay para todos y esos provocará situaciones familiares económicas muy complicadas.

Cada vez hay más personas dependientes del gasto público y cada vez serán menos los que paguen impuestos y contribuyan a ello. Esta realidad es incuestionable y nadie tiene una hoja de ruta clara para enfrentarse a ello.

Si esa es la problemática doméstica, a nivel global, en el mundo hay una superpoblación consumiendo recursos, que tampoco es sostenible. Con ello nos encontramos ante desequilibrios de enorme magnitud, que en un mundo globalizado, nos afectan a todos y son desafíos importantes.

Finalmente y más en el corto plazo, llaman poderosamente la atención, los cambios geopolíticos y el estatus quo en Oriente, así como el aumento de líderes políticos llamados “halcones”, por su predisposición a los enfrentamiento bélicos, que aumentan sus gastos en armamento y que son más proclives a defender sus intereses con guerras que con diálogo.

En fin, estamos ante un momento de transición de la humanidad realmente complejo, que nos debe invitar a reflexionar y volver a todo lo que ha funcionado en el pasado, al tiempo que nos adaptamos a un mundo tecnológico, con poca privacidad y con muchas amenazas.