En nuestro país estamos en los niveles más altos de impuestos que hemos pagado, posiblemente nunca. Esa es una parte de la estrategia que el Gobierno ha tenido que utilizar, forzosamente, para evitar la intervención de España, y que desafortunadamente, se quedará para más tiempo, del que a todos nos gustaría.
Hablar del pago de impuestos siempre es un tema muy sensible, que pone en evidencia las posiciones enfrentadas entre los que pagan y los que recaudan. Para los primeros los importes que se pagan siempre se califican como “mucho”, independientemente de la cuantía, dado que es una calificación subjetiva, mientras que para los que recaudan, siempre es “poco”, porque nunca consiguen gastar menos de los que ingresan. Como todos sabemos, esto siempre ha sido así, con independencia quien sea “el señor” y quienes “los vasallos”. Esta realidad, junto con la generalizada percepción de que se malgasta el dinero que se recauda, es lo que provoca la desafección de los ciudadanos, para contribuir al bien común con el pago de los impuestos que a cada uno le corresponden, dado que se consideran espoliados por los gobiernos. Si a ello le añadimos una situación económica tan crítica como la que estamos viviendo, nos encontramos con el aumento de la economía sumergida, que evita pagar impuestos para sobrevivir, al tiempo que el fraude se multiplica y los impagos se generalizan.

La realidad para muchos países desarrollados, entre los que se encuentra España, y con la excepción de la admirada Suiza, será un futuro cargado de impuestos, sean estos directos, indirectos, tasas o como quieran denominarlos. ¿Cómo creen ustedes que vamos a pagar la enorme deuda contraída durante los años de dispendio indiscriminado?. ¿Qué Gobierno va a conseguir mantener el estado de bienestar al que nos hemos mal acostumbrado y pagar la deuda bajando impuestos? No se engañen con cantos de sirenas, porque eso es absolutamente imposible. Pagaremos más impuestos, tendremos menos servicios públicos, menos pensiones y las futuras generaciones, irán por el mismo camino.

El Gobierno bajará impuestos para intentar ganar las próximas elecciones, eso viene en la primera hoja del manual para ganar unas elecciones, pero una vez que pasen, veremos si consiguen mantener la bajada o tienen que rectificar. En cualquier caso no esperemos grandes recortes, porque estamos en zona de peligro, pudiendo volver a territorio de recesión, e incluso de intervención europea. Por tanto, gane quien gane, sólo podrán seguir los pasos de las reformas, que siguen exigiendo Bruselas y los mercados financieros.

El reto del Gobierno será mejorar la gestión de los recursos públicos, recortar gastos superfluos, luchar contra el fraude, conseguir que paguen los que ahora están incumpliendo sus obligaciones por falta de liquidez, e intentar ganarse el favor de los ciudadanos con todo ello. No creo que esto último se consiga, puesto que somos un país acostumbrado a exigir pero no pagar, con unos gestores de lo público que, en general, no tienen experiencia en tratar los asuntos económicos de forma eficiente, y donde la picaresca es el deporte nacional, que siempre nos acompañará.

Sería de agradecer que se adopten medidas que incentiven fiscalmente, aquello que va a ser imprescindible para el futuro, como es el ahorro, la inversión productiva, la generación de riqueza y creación de puestos de trabajo. El gobierno central y algunos gobiernos autonómicos, tienen voluntad de avanzar en esa dirección, que sin duda es realmente acertada.

A los ciudadanos les corresponde estar muy informados de cómo pagar lo justo, en función de lo que marcan las leyes, dado que en muchas ocasiones, la desinformación y una mala planificación fiscal, hacen pagar más impuestos de los que se debería. El panorama al que nos vamos a enfrentar durante décadas es claro, por lo que de cada uno de nosotros va a depender que sea lo menos dañino posible, para nuestros intereses económicos y financieros.